llegue a su fin. La iniquidad que la haya interrumpido se quita de en medio, y la fe persevera hasta el fin. Pero aquellos que Dios no señala para perseverar —si caen de la fe cristiana, y el fin de la vida los encuentra en ese estado caído— los tales, sin duda, no podían haber sido del número de los elegidos de Dios, aun cuando, según todas las apariencias, hubieren llevado vidas buenas y justas. Tales hombres nunca estuvieron separados, por la presciencia y predestinación de Dios, de la masa general
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